lunes, 22 de abril de 2013

Supuesto reverso


Es difícil, soltar todo y ponerse a correr cuesta arriba, con una pata coja y tres monedas en los bolsillos. Pánico, miedo y fobia. Vuelven las manos rotas y las piernas ensangrentadas. Loca, me gritan en la calle, ¿Y quién no lo está? Pobre y triste el que vive con los pies en la tierra sin saber lo que es volar. Lástima me da tu mente, que se seca de pensamientos y cria huevos de cuervos que luego se comerán las raíces de tu historia. Yo corro, salto y vuelo. De tres brincos vuelvo al camino amarillo y con dos retrocedo a tu lado donde está nublado y lo obvio se esconde tras lo preciso. Me mantengo firme, contra el viento y mientras te miro no te miento. Tengo ganas de hablar, de gritar, de rugir lo que he guardado por tanto tiempo pero los segundos guardan telas de arañas que hacen todo más lento. 
De mi boca no salen más los colores que atrapaste para mí. Bajo cinco llaves y a tres metros se guarda la caja de pandoras que se llevó todo lo que conocía como locura, condenándome a vivir entre milenarios arboles sin entender los sonidos de sus hojas. 
Confundida, quise volver donde la insensatez de las palabras mal usadas no me tocaran, donde está todo dicho y nada resuelto pero el mapa de regreso se destiñó y me dejó una hoja en donde se dibujan ojos que parecen muertos y risas que parecen gatos. Entonces apareció el Disparate con un cuento bajo el brazo y medio melón en la cabeza. Me gritó, me hizo dos zancadillas y se rió de mí mientras yo me hundía al fondo hasta ver el vacío mismo del firmamento apagado que te revuelve hasta las entrañas. De la mano, el Disparate me sacó del abismo mientras yo pataleaba para quedarme allí y de un golpe, con las manos llenas de odio lo alejé de mí pensando que sería suficiente pero con su sonrisa me dijo que me resignara, que no me rindiera y despegara. Y volé, llegué arriba y vueltas di entre las nubes cantando la sinfonia disparatada que los violines tocaban en Do Mayor. Desde ese dia vivo en el aire, pintando con témpera las penas que guardas entre tus dedos a ver si un dia te vuelves loco y ves como flotan los banderines, tocas los arcoíris de azúcar,  saludas a los maniquies mientras te guiñan un ojo y bailas mientras de los puentes saltan acrobatas de circo.

Trastornos tengo, pero en ellos me entretengo.

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